Un "fantasma" en la casa de Verdi

  Verdi hasta en la sopa... Y no es ninguna exageración. Si se acercaran a Busseto, un pueblo situado a 75 kilómetros de Milán, en la región de Emilia, en su calle principal, Via Roma, intacta desde los tiempos del mítico compositor, las tiendas ofrecen a los fetichistas, admiradores, fans y entusiastas de la música verdiana todo tipo de productos: pasteles, camisetas, rosquillas, dulces, mecheros, botellas de licor, lámparas... casi todo rayando en el kitsch más absoluto. "Y aquí la peluquería a la que acudía el maestro". Foto al peluquero. "Aquí, la ostería donde tomaba su vino". Foto al mesonero. Ahí arriba, a esas ventanas, a las del Palazzo Orlandi, los busetanos se dedicaban a tirar piedras, porque Verdi se había traído al pueblo a una cualquiera, a una traviata, a Giuseppina Strepponi, cantante y madre soltera de dos hijos, sin haber pasado por la vicaría ni por el Registro Civil, al menos. Y como la vida en el pueblo se hacía insoportable, Verdi se compró una modesta finca en las afueras, a unos siete kilómetros, y se llevó allí a su Giuseppina, con la que quince años más tarde se casaría... por lo civil, y en un pueblecito suizo, Coulenges-Sous-Saleve, porque todavía no existía eso que ahora llamamos "Italia". Ignoraba él que iba a poner la música.

  Nunca se sabrá lo mucho que intervino la política y el azar a favor de Verdi. De eso se está hablando mucho en Italia. El grito de guerra de los nacionalistas italianos fue ¡Viva Verdi!, ante los dominadores austríacos, que ocupaban la Lombardía. Y cuando gritaban o escribían subrepticiamente en las paredes se sabía que aquello significaba "¡Viva Vittorio Emmanuele, Rey De Italia!". Es decir, un acróstico, jugando con las iniciales de cada palabra. Ahora, los nacionalistas de Umberto Bossi cantan "Va pensiero", del "Nabucco" de Verdi, reivindicando la independencia de la Padania, que también es la tierra de Verdi. ¡Si el Maestro levantara la cabeza en su tumba de Milán...! Aclaremos que los fetichistas vienen a Busseto tras haber visitado las tumbas de Verdi y la Strepponi en la Fundación Verdi de la capital lombarda. El la llamaba "La Casa de los Perros", porque estaba destinada a acoger a todos los que cantaron o "ladraron" sus óperas. Genio y figura hasta la sepultura. Instalados en Villa Sant'Agata, Verdi se dedicó a la jardinería y a mejorar la casa, convertida ahora en una magnífica mansión, pero sobre todo a la agricultura. Todo lo que ganaba lo invertía en tierras. Nació de padres campesinos y, en el fondo, fue siempre un campesino. Aquí, en Sant'Agata, escribió muchas de sus óperas magistrales, como "La Traviata". ¿Se puede pensar que la inspiración pueda venir en estas tierras bañadas generosamente por el Po? Cierto. Cuando cae la tarde, especialmente en invierno, la niebla lo invade. Y los altos árboles, chopos y sauces, se yerguen y semejan fantasmas. Da la impresión de que de un momento a otro puedan surgir los protagonistas de sus óperas: Manrico, Leonora, Aida, Radames, Violeta, Alfredo, Amelia...



      Busseto
            
            La Traviata

  Pasaban los años, y al no tener descendencia, la Strepponi propuso a Verdi adoptar a una niña, hija de un primo, llamada Filomena. Volvía a ser padre. De los hijos de Giuseppina nunca quiso saber nada. Verdi había perdido en su juventud, en el espacio de escasos años, a su primera mujer, Margarita Barezzi, y a sus dos hijos. Giuseppina ya no podía darle ningún hijo y la solución fue Filomena, que luego llamaron simplemente María y terminó casándose con un hijo del notario Carrara, que vivía muy cerca, en Villa Paradiso. Así nació Alberto Carrara Verdi, que sería heredero de una gran fortuna, incluidos los derechos de autor de su abuelo, que duraron 90 años, como marca la ley en Italia. Y tras el hijo, el nieto, el biznieto y ahora el tataranieto, que también es notario, que también se llama Alberto y que también vive, con su familia, en Sant'Agata. Tiene en la actualidad 77 años, pero lo conocí y entrevisté hace 16 años, en febrero de 1984.

  En aquella ocasión, el motivo de mi visita no era ningún centenario, sino el extraordinario éxito que alcanzó en nuestro país la serie "Verdi", de Renato Castellani, emitida por Televisión Española y rodada, en parte, en dicha mansión. Gracias a la mediación del tenor Carlo Bergonzi, con el que me une una amistad de muchísimos años, pude acceder a la casa de Verdi, acompañado de Alberto Carrara Verdi, que en el invierno no vivía en la enorme mansión (Verdi tampoco: se iba a Génova). Solamente se abre del 1 de abril al 31 de octubre, pero este año 2001 hacen una excepción. Desde el 14 de enero ya está abierta. En aquella visita, el descendiente de Verdi me contó que veraneaba en Mallorca y que su pasión era la pesca submarina. Coleccionaba conchas y corales y llegué a la conclusión de que no le gustaba la ópera.

  En aquella visita pude campar a mis anchas por toda la casa. Para un apasionado y fetichista como yo, me pareció un sacrilegio que hubiera montado un scalextric para sus tres hijos, en el salón junto a la mesa de billar en la que jugaba el Maestro con sus amigos. Los salones aparecían fantasmales, con todo el mobiliario recubierto con fundas blancas. Alberto Carrara me confesó que se sintió muy molesto con el rodaje de la serie por aquellas estancias y es que, ya se sabe, lo que ocurre con los rodajes. De todos modos, me dejó un momento para atender a problemas de la casa y yo me entretuve, en el piano de Verdi, a desgranar torpemente unas notas de "La Traviata", las del brindis "Libiamo...". me imaginaba años atrás a Verdi componiendo el maravilloso brindis y preguntando a voz en grito a Giuseppina: "Ti piace?". ¡Y quién me iba a decir que 16 años más tarde este piano me iba a proporcionar una de las mayores intrigas de mi existencia! Pero no adelantemos los acontecimientos..

  Una vez visto y fotografiado todo lo que en Busseto y Roncole Verdi se puede fotografiar - en este último lugar nació Verdi, en un humilde caserío hoy remozado de manera execrable - nos dirigimos a Villa Sant'Agata, con los permisos oportunos para fotografiar las habitaciones que en la actualidad se muestran al visitante. No estaba Alberto Carrara Verdi, y la visita la hicimos acompañados por giovanna, la responsable del Museo. Resulta muy emocionante recorrer todas sus dependencias, con el mobiliario bien conservado. De nuevo volví a contemplar el piano, el famoso piano, pero esta vez, bajo la atenta y vigilante mirada de Giovanna, ni tan siquiera me atreví a acercarme al mismo. Ambos contemplábamos a Blanca Berlín, llevando a cabo su trabajo. Llovía intensamente fuera, y Blanca se mostró malhumorada por la ocasión fallida. Los jardines son maravillosos... en primavera. Tienen un estanque y una especie de búnker pétreo, donde Verdi almacenaba la nieve que después le servía para servir bebidas frescas a sus invitados en pleno mes de agosto. Toda una mañana nos llevó la visita y la sesión fotográfica. Luego, de nuevo a Busseto y regreso a nuestro país. Nos fuimos con el recuerdo de los cuatro días vividos entre los bussetanos, cordiales y amables.



      Samboseto
            
            Pila Bautismal de Verdi

  La noche del 14 de noviembre de 1897 moría en Villa Sant'Agata Giuseppina Strepponi. Este detalle, afortunadamente, lo ignoraba Blanca Berlín, cuando 103 años después, la noche del 14 de noviembre de 2000, se dedica, en la soledad de su estudio, a elegir las diapositivas más logradas, obtenidas en Villa Sant'agata para un reportaje que habría de titularse algo así como "La ruta de Verdi".

  Con su cuenta-hilos, a las dos de la madrugada, en la soledad de su estudio fotográfico, escudriñó atentamente las cinco diapositivas que había obtenido de la estancia con el piano de Verdi. Eran exactas, bueno, no tan exactas. Al llegar a la segunda diapositiva, observa una mano sobre el teclado. ¿De dónde surgía aquella mano? se preguntó inquieta. En la siguiente no había nada, absolutamente nada. Vuelve a examinar las anteriores. Nada. Sólo el piano y el teclado incólume. De repente, descubre algo más en esa segunda diapositiva. La mano pertenece a una figura humana que surge en pié, que sonríe, y se difumina en la pared. Parece tener gafas. En sus veinte años de oficio, Blanca Berlín no había sentido la inquietud que sintió aquella noche. No puede resistir la soledad de su casa ni del estudio. Llama a asu ayudante y me llama a mí. Acudimos. No hacemos más que comprobar lo mismo. ¿Quién es esa figura fantasmal que aparece en la fotografía? No creo en fantasmas ni en apariciones. ¿Es una broma? Blanca Berlín no está para bromas. ¿Una sobreimpresión? Es preciso acudir al laboratorio donde usualmente le revelan todos sus trabajos - Blanca viaja por todo el mundo - para que le ayuden a desvelar el "misterio", si realmente se trata de algo misterioso. En el laboratorio casi se ofenden por poner en duda su profesionalidad. ¿Qué hay que hacer en estos casos?



      Detalle mano fantasma
            
            Foto con fantasma

  Asumiendo el peligro de caer en lo ridículo, me puse en contacto con Cosetta Allegri, la responsable de la Oficina de Turismo de Busseto, y le conté lo que estaba ocurriendo con ese "fantasma", "aparición"... o sobreimpresión. Se interesó de inmediato y nos pidió que le enviáramos alguna copia en papel o la diapositiva. De paso, quizás para animarnos, me contó el extraño fenómeno que vivió en el año 1999 el famoso director de orquesta Carlo Maria Giulini, en el Teatro Verdi de Busseto. Lo visitaba y tuvo la curiosidad de asomarse a uno de los palcos tan coquetos y entrañables del Teatro que Verdi no quiso pisar jamás. Intentó abrir la puerta, pero no lo conseguía. Alguien desde su interior lo impedía. Forcejearon. Más tarde se abrió, y un viento gélido removió el ambiente. No había nadie.

  Pasaron los días y recibí una llamada de Cosetta Allegri. Habian visto la diapositiva en casa de Verdi y sus descendientes no podían identificar aquel rostro. Pedían la diapositiva para que algún especialista en hechos paranormales la examinara, pero de todos modos les causaba risa. Desde el aeropuerto de Barajas, Attilio Carrini, responsable y guardián de Palazzo orlandi, la mansión situada en Busseto y en la que vivieron Verdi y la Strepponi, me llamaba para que le mostrara la imagen del fantasma. Satisfice su curiosidad. La foto estaba obtenida exactamente el 31 de octubre, por la mañana. Días más tarde, la Villa Sant'Agata se cerró hasta el 14 de enero.

  Todos en Busseto quieren ver la fotografía. El gran tenor Carlo Bergonzi, que tiene su "Accademia Verdiana" muy cerca del Teatro Verdi, quedó "espantado" ante la visión. Y Bergonzí no es napolitano, sino nacido en Vidalenzo muy cerca de Busseto.

  Muestro la fotografía a una vidente, Fátima, no profesional, que vive en Madrid. Tras examinar la foto, muy convencida me dice: "No es un trucaje. Le diré más. Este hombre murió a los 42 años, en un accidente, lleva capa y fue un personaje notorio. Quizás era concertista. Y no me gusta esa sonrisa maquiavélica. Es un ser maligno. Blanca captó la concentración de energía en un solo momento".

  Vuelta a casa, repaso todos los libros de Verdi que poseo, las fotografías con personas que le acompañaron, los grabados y cuadros que cuelgan en sus diferentes moradas, en los museos... nada. Y cuando quiero razonar pensando que todo es una solemne majadería, trato de olvidar las cosas que me contaban los bussetanos, allá en la Osteria Baratta, tomando el vino trebbiano espumoso de la zona. Les mencioné un libro que tengo en mi poder, impreso en 1981, en Milán, por la famosa Editorial Rizzoli, titulado "Quel delitto in Casa Verdi". Me aconsejan no citar ni por asomo dicho libro en Villa Sant'Agata. Es un libro tabú, aunque ahora se va a reeditar, dado que es imposible dar con ejemplar alguno. Su autor, el escritor Maurizio Chierici, reconstruye unos aspectos de la vida de Verdi ignorados para muchos. Tras el mito, hay un ser humano, a veces insoportable por su carácter, egoísta, cicatero con sus trabajadores en el campo, y patriota a la fuerza. Un libro que suscitó un escándalo en su aparición y que volverá a serlo ahora. Y en él se cuenta que un nieto de Verdi, Angiolo Carrara Verdi, mató accidentalmente a una sirvienta cuando limpiaba su escopeta de caza. Fue un penoso incidente. Lo malo es que años más tarde se averigüó que la muchacha estaba embarazada. ¿Por quién? Nunca se supo. Pero el médico no hizo la autopsia.

  También se habla en el libro de un muchacho que fue el primer novio de Filomena, pero Giuseppina y Verdi tenían otros planes con su hija adoptiva - ¿fue realmente adoptada o era hija de Verdi? - y la casaron con el hijo del notario. Del muchacho se perdieron todas las trazas aunque algunos aseguran que vivió anónimamente en la región. Y se habló del "fantasma del joven desaparecido". Ahora, en la prensa italiana se ha hablado de una obra teatral estrenada en el Teatro Nuevo de Milán, por la escritora y periodista Gaja Servadio. Y ha publicado asimismo una biografía de la Strepponi, titulada "Traviata". Pudo existir una "niña-fantasma", fruto de un parto de Giuseppina Strepponi. La autora, leyendo una detallada biografía de Verdi a cargo de la biógrafa y musicóloga estadounidense Matz, se detuvo en el hecho de que una niña, identificada como Santa Streppini, fuese abandonada en la rueda del Hospital de Cremona el 14 de abril de 1851, siendo recogida por las Hermanas de la Caridad. Ni tan siquiera dejaron la media moneda rota, para años más tarde poder ser identificada por la madre, como era costumbre en aquellos tiempos. Ese mismo año de 1851, en primavera, fue cuando Verdi y la Strepponi decidieron ir a vivir a Sant'Agata. Para la auora, fue hija de Verdi. La historia es juzgada de rocambolesca, pero ahí stá. La Strepponi ya tenía el mal hábito de dejar a sus hijos abandonados. Sinforosa fue abandonada y murió en un manicomio en 1925; Adelina, nacida en trieste en 1841, de padre desconocido, fue abandonada también. ¿Y Santa? ¿Fue hija de Verdi? Se sabe que el maestro antes de morir quemó mucha correspondencia, y que todavía sus herederos conservan archivos que nadie ha podido investigar. Muchos "fantasmas", muchos "desaparecidos", muchos misterios... Uno de ellos parece estar ahora en la Casa de Verdi.

Semanario Interviú. 22 de enero de 2001.

En alonsoibarrola.com podrás leer más relatos y viajes culturales del autor. En Tantamount, podrás ver y comprar los libros de Alonso Ibarrola reeditados en formato electrónico.

Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.
Creada por Paco G. Leal